Génesis 1:28 es un versículo fundamental en la Biblia, que encapsula la profunda relación entre Dios y la humanidad, así como el papel de la humanidad dentro de la creación. Este versículo es parte de la narrativa más amplia de la Creación que se encuentra en Génesis 1, donde Dios habla al universo para que exista, culminando en la creación de la humanidad a Su propia imagen. Génesis 1:28 dice: "Dios los bendijo y les dijo: 'Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla. Dominen a los peces del mar y a las aves del cielo y a todo ser viviente que se mueve sobre la tierra.'" (NVI)
La importancia de Génesis 1:28 puede desglosarse en varios temas clave: la bendición de Dios, el mandato de multiplicación, el llamado a la mayordomía y el reflejo de la imagen divina.
La Bendición de Dios
El versículo comienza con Dios bendiciendo a la humanidad. Esta bendición es significativa porque establece un patrón de favor y propósito divino. En la narrativa bíblica, las bendiciones no son meros buenos deseos; son poderosas conferencias de la gracia de Dios, habilitando y empoderando al receptor para cumplir un papel o propósito particular. La bendición en Génesis 1:28 no es solo un regalo, sino también una comisión. Establece el escenario para la actividad humana y la interacción con la creación, subrayando que la vida humana está destinada a florecer bajo la mirada benevolente de Dios.
El Mandato de Multiplicación
El mandato de "ser fructíferos y multiplicarse" es la primera directiva dada a la humanidad. Este mandato enfatiza la importancia de la vida y la continuidad. En el contexto de las culturas del antiguo Cercano Oriente, que a menudo veían la fertilidad como un signo de favor divino, este mandato resonaría profundamente. Subraya el valor que Dios otorga a la vida humana y a la comunidad, alentando la expansión de la presencia humana en toda la tierra. Esta directiva también insinúa el aspecto relacional de la existencia humana; no estamos creados para vivir en aislamiento, sino en comunidad, reflejando la naturaleza relacional del Dios Trino.
El Llamado a la Mayordomía
La última parte de Génesis 1:28 introduce el concepto de mayordomía con las palabras "llenen la tierra y sométanla" y "dominen a los peces del mar y a las aves del cielo y a todo ser viviente que se mueve sobre la tierra". Este dominio no es una licencia para la explotación, sino un llamado a la mayordomía responsable. La palabra hebrea para "someter" (kavash) y "dominar" (radah) implica gobernanza y cuidado, similar a la relación de un pastor con su rebaño. A la humanidad se le confía el cuidado de la creación de Dios, encargada de nutrirla y preservarla. Esta mayordomía es una expresión de nuestro papel como portadores de la imagen de Dios, reflejando Su carácter e intenciones para el mundo.
Reflejo de la Imagen Divina
Génesis 1:26-27, que precede al versículo 28, introduce el concepto de que la humanidad está hecha a la "imagen de Dios". Esta afirmación teológica es fundamental para entender la importancia de Génesis 1:28. Ser hechos a la imagen de Dios significa que los humanos tienen un valor intrínseco, dignidad y propósito. También significa que la humanidad refleja el carácter de Dios, particularmente en el ejercicio de la autoridad y el cuidado de la creación. El mandato en Génesis 1:28 es una manifestación directa de esta naturaleza de portadores de imagen; así como Dios es el Creador y Sustentador de todo, la humanidad está llamada a reflejar estos atributos en su interacción con el mundo.
Implicaciones Teológicas
Génesis 1:28 tiene profundas implicaciones teológicas. Habla del valor inherente y el propósito de cada ser humano, afirmando que cada persona es creada con intencionalidad y amor. Nos desafía a considerar cómo vemos nuestra relación con el medio ambiente, instándonos hacia prácticas sostenibles y éticas que honren la creación de Dios. Además, nos invita a reflexionar sobre nuestras relaciones con los demás, reconociendo el llamado a construir comunidades que reflejen el amor y la justicia de Dios.
El versículo también proporciona un marco para entender la narrativa bíblica más amplia. Los temas de bendición, multiplicación y mayordomía se repiten a lo largo de las Escrituras, desde el pacto con Abraham, donde Dios promete hacer que sus descendientes sean tan numerosos como las estrellas (Génesis 15:5), hasta la Gran Comisión en Mateo 28:19, donde Jesús instruye a Sus seguidores a "ir y hacer discípulos de todas las naciones". El llamado a expandir y nutrir la vida es un hilo continuo que se entrelaza a través de la Biblia, culminando en la visión de una nueva creación en el Apocalipsis, donde el pueblo de Dios vive en armonía con Él y Su creación.
Aplicación Práctica
Para los cristianos contemporáneos, Génesis 1:28 ofrece tanto un desafío como una oportunidad. Nos desafía a examinar cómo vivimos nuestro papel como mayordomos de la creación de Dios en una era de crisis ambiental. Nos llama a abogar por la justicia y la equidad, asegurando que todas las personas puedan experimentar la bendición de la vida y la comunidad. También nos invita a participar en la obra redentora de Dios, compartiendo las buenas nuevas de Su amor y gracia con un mundo necesitado.
En nuestras vidas personales, Génesis 1:28 nos anima a buscar el equilibrio y la armonía en nuestras relaciones, trabajo e interacción con el medio ambiente. Nos recuerda que nuestras vidas son parte de una historia más grande, una que comienza con el acto creativo de Dios y continúa a través de Su misión redentora. Al abrazar nuestro papel como portadores de imagen, estamos llamados a reflejar el amor, la creatividad y el cuidado de Dios en cada aspecto de nuestras vidas.
Conclusión
Génesis 1:28 es un versículo rico en significado y relevancia. Habla al corazón de lo que significa ser humano, creado a imagen de un Dios amoroso y con propósito. Nos desafía a vivir vidas de bendición, multiplicación y mayordomía, reflejando el carácter de nuestro Creador en todo lo que hacemos. Al involucrarnos con este versículo, estamos invitados a participar en la obra continua de creación y redención de Dios, trayendo esperanza y renovación al mundo que nos rodea. Al hacerlo, cumplimos el antiguo mandato dado en Génesis, convirtiéndonos en co-creadores con Dios en la historia en desarrollo de Su reino.