CrossTalk
Buscar
Registrarse
Open main menu
Spanish | Español
English | English
Portuguese | Português
Alternar modo oscuro
Iniciar sesión
Registrarse
Buscar
Seleccionar idioma
Spanish | Español
English | English
Portuguese | Português
Tema
Alternar modo oscuro
Iniciar sesión
Registrarse
Inicio
Biblia Sagrada
Daniel
Daniel 3
Daniel 3
El Horno Ardiente: Fe y Liberación de Sadrac, Mesac y Abed-nego
5 min de lectura
0 Me gusta
0
Guardar
1
EL rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro, la altura de la cual era de sesenta codos, su anchura de seis codos: levantóla en el campo de Dura, en la provincia de Babilonia.
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
2
Y envió el rey Nabucodonosor á juntar los grandes, los asistentes y capitanes, oidores, receptores, los del consejo, presidentes, y á todos los gobernadores de las provincias, para que viniesen á la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado.
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
3
Fueron pues reunidos los grandes, los asistentes y capitanes, los oidores, receptores, los del consejo, los presidentes, y todos los gobernadores de las provincias, á la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado: y estaban en pie delante de la estatua que había levantado el rey Nabucodonosor.
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
4
Y el pregonero pregonaba en alta voz: Mándase á vosotros, oh pueblos, naciones, y lenguas,
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
5
En oyendo el son de la bocina, del pífano, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña, y de todo instrumento músico, os postraréis y adoraréis la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado:
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
6
Y cualquiera que no se postrare y adorare, en la misma hora será echado dentro de un horno de fuego ardiendo.
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
7
Por lo cual, en oyendo todos los pueblos el son de la bocina, del pífano, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña, y de todo instrumento músico, todos los pueblos, naciones, y lenguas, se postraron, y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había levantado.
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
8
Por esto en el mismo tiempo algunos varones Caldeos se llegaron, y denunciaron de los Judíos,
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
9
Hablando y diciendo al rey Nabucodonosor: Rey, para siempre vive.
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
10
Tú, oh rey, pusiste ley que todo hombre en oyendo el son de la bocina, del pífano, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña, y de todo instrumento músico, se postrase y adorase la estatua de oro:
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
11
Y el que no se postrase y adorase, fuese echado dentro de un horno de fuego ardiendo.
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
12
Hay unos varones Judíos, los cuales pusiste tú sobre los negocios de la provincia de Babilonia; Sadrach, Mesach, y Abed-nego: estos varones, oh rey, no han hecho cuenta de ti; no adoran tus dioses, no adoran la estatua de oro que tú levantaste.
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
13
Entonces Nabucodonosor dijo con ira y con enojo que trajesen á Sadrach, Mesach, y Abed-nego. Al punto fueron traídos estos varones delante del rey.
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
14
Habló Nabucodonosor, y díjoles: ¿Es verdad Sadrach, Mesach, y Abed-nego, que vosotros no honráis á mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado?
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
15
Ahora pues, ¿estáis prestos para que en oyendo el son de la bocina, del pífano, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña, y de todo instrumento músico, os postréis, y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo: ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
16
Sadrach, Mesach, y Abed-nego respondieron y dijeron al rey Nabucodonosor: No cuidamos de responderte sobre este negocio.
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
17
He aquí nuestro Dios á quien honramos, puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará.
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
18
Y si no, sepas, oh rey, que tu dios no adoraremos, ni tampoco honraremos la estatua que has levantado.
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
19
Entonces Nabucodonosor fué lleno de ira, y demudóse la figura de su rostro sobre Sadrach, Mesach, y Abed-nego: así habló, y ordenó que el horno se encendiese siete veces tanto de lo que cada vez solía.
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
20
Y mandó á hombres muy vigorosos que tenía en su ejército, que atasen á Sadrach, Mesach, y Abed-nego, para echarlos en el horno de fuego ardiendo.
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
21
Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, y sus calzas, y sus turbantes, y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo.
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
22
Y porque la palabra del rey daba priesa, y había procurado que se encendiese mucho, la llama del fuego mató á aquellos que habían alzado á Sadrach, Mesach, y Abed-nego.
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
23
Y estos tres varones, Sadrach, Mesach, y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo.
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
24
Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y levantóse apriesa, y habló, y dijo á los de su consejo: ¿No echaron tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron y dijeron al rey: Es verdad, oh rey.
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
25
Respondió él y dijo: He aquí que yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego, y ningún daño hay en ellos: y el parecer del cuarto es semejante á hijo de los dioses.
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
26
Entonces Nabucodonosor se acercó á la puerta del horno de fuego ardiendo, y habló y dijo: Sadrach, Mesach, y Abed-nego, siervos del alto Dios, salid y venid. Entonces Sadrach, Mesach, y Abed-nego, salieron de en medio del fuego.
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
27
Y juntáronse los grandes, los gobernadores, los capitanes, y los del consejo del rey, para mirar estos varones, como el fuego no se enseñoreó de sus cuerpos, ni cabello de sus cabezas fué quemado, ni sus ropas se mudaron, ni olor de fuego había pasado por ellos.
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
28
Nabucodonosor habló y dijo: Bendito el Dios de ellos, de Sadrach, Mesach, y Abed-nego, que envió su ángel, y libró sus siervos que esperaron en él, y el mandamiento del rey mudaron, y entregaron sus cuerpos antes que sirviesen ni adorasen otro dios que su Dios.
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
29
Por mí pues se pone decreto, que todo pueblo, nación, ó lengua, que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrach, Mesach, y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa sea puesta por muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como éste.
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
30
Entonces el rey engrandeció á Sadrach, Mesach, y Abed-nego en la provincia de Babilonia.
Open verse menu
Explorar
Me gusta
Guardar
Marcar como leído
Copiar
Anterior
Siguiente
Descargar CrossTalk
DANIEL
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
PROFETAS MAYORES
Isaías
Jeremías
Lamentaciones
Ezequiel
Daniel